miércoles, 22 de agosto de 2007

EL PUEBLO QUE ME DIO A LUZ

Las calles en continua polvareda
en los calurosos días del estío,
mas cuando la lluvia arreciaba
era invierno crudo,barro frío.
Así, primera imagen de mi pueblo
recuerdo cual postal inolvidable,
un ayer de adorables criaturas
inmerso corazón en la ternura.

Los campos celestes con sus flores de lino,
compitiendo color con el cielo entrerriano,
susurraban al zonda de su hermoso color
desatando ironías quien era mejor.
Y cuando mis ojos llegan a mirar lejano,
me doy cuenta la riqueza plena,
la llanura inmensa que no ataja nada
solamente cuchillas bailoteando aliadas.
Y cuando con nostalgia percibo el perfume
de la madreselva que trepa mi ventana,
y creo volver a ver los naranjos florecidos
ofreciéndome aroma de azahares,
recién me doy cuenta el tiempo transcurrido,
quizá sin pensarlo, tal vez sin sentirlo.
Espérame un poco, no te vayas pronto,
deseo beberte día a día, hora a hora
disfrutando el sol y la luz,
el aire, el polvo, el agua, la luna
y los mil elementos, que abundan
en mi pueblo que sigue siendo mi cuna.
Espérame tiempo, quiero conservarte Pueblo,
sencilla grandeza, humildad de Templo:
Maciá querido, a admirarte vuelvo.

Estos versos forman parte de una Antología Homenaje a Juana de Ibarbourou. Editorial Pegaso.
Me pareció muy tierno dedicarle nada menos que la imagen de mi Pueblo convertido en ciudad
con el paso del tiempo. Sus raíces están en el centro de la Provincia de Entre Ríos. Su música:
la Chamarrita. Sus niños: los gurises. Su gente: todo corazón.